sábado, 22 de diciembre de 2007

Civilización digital

Señor Director:

En su edición del viernes 14 de diciembre, José Antonio Viera-Gallo publicó un artículo sobre internet en relación al concepto teilhardiano de noósfera. En ese artículo, por demás interesante, él nos anticipa algo que desde hace ya un buen tiempo comenzó a ser un hecho real y cotidiano; esto es, la tecnología digital como la gran herramienta de este siglo. Según palabras del autor, "ningún rincón del futuro escapará al alud digital".

Siempre he considerado a J.A. Viera-Gallo como uno de los políticos más cultos e inteligentes del país, y por eso al leer su artículo me pregunté si él se da cuenta de que esta civilización digital conlleva obligadamente una teoría de la realidad en el plano filosófico... Si él se ha dado cuenta de eso, ignoro cuál es su reacción al enunciarla, porque en lo que a mí concierne, me parece aterradora: lo real es lo que la pantalla determine como tal. Se alegará que tenemos una vida personal, privada, familiar, regional, tradicional, que tenemos una idiosincrasia, una identidad y un libre albedrío... Halt! Todo eso ha sido ya de tal manera alterado, que cuando lo invocamos, en la mayor parte de los casos no se trata sino de lugares comunes de una cultura tradicional que dejó de existir. El hecho es que cada día se vuelve más patente que lo que no cabe en la pantalla, no cabe en la realidad.

Contra esa civilización digital y sus apremios legítimos e ilegítimos yo opongo el cultivo y defensa de lo personal y genuino de cada individuo, los lazos inmediatos de afecto y diálogo entre las personas, los espacios de encuentro donde compartir las buenas cosas de la vida, la alegría de ser y pasar bellamente el tiempo, el disfrute del instante único y eterno, el cultivo de la interioridad mediante la meditación, la poética de la vida, etcétera. Para que todo eso no sea erradicado digitalmente a corto plazo, como lo está siendo, tenemos ya contratado el camión para nuestra mudanza a las catacumbas, el único rincón adonde no puede llegar el alud informático. Los primeros cristianos saben algo de eso...

GASTÓN SOUBLETTE

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